BEIRUT.- Miles de personas asistían este miércoles en los suburbios del sur de Beirut a un funeral al aire libre por un niño -Bilal Kanj, de 11 años-, un paramédico y dos combatientes de Hezbollah que murieron en los ataques con beepers del martes. Pero de pronto estalló el caos: una nueva explosión, el olor acre del humo y la estampida aplastante de dolientes en pánico y a los gritos.